Capítulos: 4.
Directora: Sussana White.
Año: 2006.
Jane es una niña huérfana a
la que sus tíos envían a la escuela de Lowood, allí madurará, conocerá a
personas, y se formará su propio carácter, pero Jane quiere ver mundo y
se anunciará para marcharse de esa escuela para ir a Thornfield Hall a
trabajar como institutriz de la pupila del señor Rochester, dueño de la
casa.
Creo que me van a faltar palabras para describir esta serie, fui algo
a ciegas con ella, más o menos tenía una idea de lo que me iba a
encontrar pero jamás pensé que fueran tantas cosas.
Principalmente,
la trama comienza con la llegada de Jane a Thornfield Hall, cómo se
desenvolverá en su nuevo trabajo, con los otros sirvientes, y sobre todo
la relación con el señor Rochester, además de que habrá otras situaciones para probar el carácter de Jane y cómo reacciona a éstas.
El personaje de
Jane me sorprendió muchísimo, al saber cómo fue su infancia, el trato
que recibió de las personas con las que vivió, experiencias no muy
agradables, que le hicieron ser la persona que es ahora, con un carácter
fuerte, seguro e independiente, remarcando la última cualidad sabiendo
la época en la que se desarrolla la serie y la concepción que se tenía
de la mujer.
Hacía mucho tiempo que no me sentían tan identificada con un personaje, tanto en carácter como en algunas situaciones.
Edward Rochester me gustó muchísimo, un
hombre que se muestra directo y oscuro, con un pasado que le atormenta, y
gracias a esos secretos que esconde el espectador será capaz de
comprenderle, de conocer otra parte de él que nunca ha mostrado a nadie
desde hace mucho tiempo- conociendo a un Rochester amable, cariñoso...- y que sin saber por qué, acaba mostrando a
Jane, estableciendo una relación de complicidad.
Algo que me chocó un poco es que los otros personajes le describen de una forma totalmente distinta a mi primera impresión, incluso llegó a parecerme divertido.
Además
de trata la historia de los protagonistas, la serie cuenta con
misterios que envuelve la mansión Rochester, manteniendo la intriga del
espectador desde la llegada de Jane, incluso existen pequeños pasajes de terror, acompañado de un ambiente siniestro
y tétrico muy atrayente.
Sin dejar de lado los otros personajes, se tratará la
presencia de Adèle en la casa, la pupilo del señor Rochester, lo que ve en ella, su relación y el por qué de ésta.
Las relaciones entre los criados, destacando
la de la señora Fairfax con Jane, y la sospecha que persigue a la
criada Grace; personas de la aristocracia interesantes, en el sentido de
su perspectiva hacia las institutrices, niños, su desdén y desprecio,
disciplina e intereses económicos, todo esto contrastado con la opinión
de Jane que dejará atónito a más de uno; cómo se siente el amo de la
casa con esa compañía, qué piensa de ellos y el deber de encontrar
esposa, como era costumbre y lo que ocurrirá después del matrimonio con los que trabajan en la casa y con la pupila del amo. Todo esto no hará
más que probar el carácter de Jane y sus reacciones a situaciones tan
diferentes y nuevas, además de una situación que tiene que ver con la
familia que se encargaba de ella cuando era una niña, en el
comportamiento de estos miembros hacia ella, los sentimientos que tiene actualmente, las
respuestas a estos sentimientos, el por qué de una venganza, en cómo
afectaron los hechos del pasado a la situación del presente, y lo más
importante, el por qué de la repentina llamada de esta familia. Sin
embargo, la serie va más allá de todo esto, ya que en el momento en el
que se decide el futuro de Jane en Thornfield se descubre el secreto que
ocultaba la mansión, obligando a Jane a empezar una nueva vida lejos de
dónde acostumbraba a vivir hasta ahora, conocerá a personas con la que
tiene relación llevándose alegrías y teniendo esperanza.
La ambientación de la serie es maravillosa, además de que me encanta los lugares antiguos, tétricos, fríos, desolados, como si quisieran alejar a toda persona pero a la vez invitando a entrar a quien los observa. La decoración capta muy bien la época en la que se desarrolla y permite al espectador sumergirse en la serie, dando una sensación de realidad que concuerda con la mentalidad de los personajes; me enamoró la forma de hablar de la época, educada, romántica, poética, elegante, cada pequeño detalle hacía que la serie me encantara más y más.
Jane Eyre en su totalidad, es romanticismo, humanidad, pero sobre todo pasión.
Tras ver la serie unas cuantas veces, me he dado cuenta de que, aunque a primera vista parezca que dejan sin tratar algunos asuntos, hay varias pistas repartidas que aclaran dichos asuntos, no muy profundamente, pero no queda en el olvido.
¡Vedla ya!